Las religiones son mentira

por Trinidad

 Estos años atrás he estado oyendo declaraciones de una serie de señores, y tras ello tuve curiosidad por saber cómo eran, por lo que me decidí a conocer su presencia física. Creo que cometí un error al ver esta mafia de iluminados. Supongo que os vendrá a la cabeza un desfile de carnaval y, si es así, convendréis conmigo que en el fondo no es más que eso, unos tipos vestidos de manera poco común, ataviados con una serie de complementos de la temporada primavera-eternidad que no contentos con eso, además, se dejan preciosas barbas, se rapan bonitas cabelleras, o parte de ellas, y se colocan faldas. Quiero creer que es de esta forma como quieren distanciarse de todo lo terrenal, ya que ellos se creen superiores a todo lo conocido; pero también sé que esa apariencia exterior esconde lo que realmente son: una serie de impostores que, en nombre de diversos dioses, predican la palabra de sus respectivos jefes. Jefes a los cuales sólo ellos conocen… ¡¡¡Qué seres más afortunados, por Dios!!!

Realmente di bastante poca importancia a esa apariencia exterior (cada uno es muy libre de vestirse como desee, otra cosa es que yo piense que todavía no tienen bien definida su propia sexualidad), pero lo que ya me empezó a interesar de una forma profunda, es lo que decían, lo que predicaban (pero seguro no lo que piensan ni creen).

Después de un tiempo leyendo las creencias de cada una de las religiones existentes, vi que había una serie de características comunes a todas ellas:

– Surgen a partir de la creencia en alguien o algo llamado “Dios” (dependiendo de la religión será llamado de una u otra forma).

– Tienen una serie de mandamientos que nos dicen cómo hemos de comportarnos y cómo adorarlos de forma correcta, que son recopilados en libros que pasan a ser axiomáticos.

– Creen, cada una de ellas, ser propietarias de la verdad absoluta y denostan a todas las diferentes y a sus fieles y acólitos.

– Prometen vivir de lujo o en la miseria, pero no en este mundo, sino en uno posterior, dependiendo de si haces caso a sus preceptos o los ignoras. Paraíso e infierno.

– Piden sacrificios para no cometer pecados y, en el caso de cometerlos, poder redimirte. Piden también que nos reunamos en una serie de Palacios que nos recuerden lo poco que somos y que tenemos, con el fin de escuchar a esos voceros de estas religiones.

Seguro que hay muchas más, pero sobra con sólo éstas coincidencias para mis siguientes planteamientos. En definitiva:

La religión nace como refugio del conocimiento de lo inexplicable. Pero, ¿que lo que se considera inexplicable? Por más que lo pienso no sé qué es eso de “inexplicable”. Quizás el origen del universo, del ser humano, de las fuerzas existentes en la naturaleza, del fin que persigue la Humanidad, quizás todas ellas, alguna de todas éstas o alguna que no haya mencionado. Como dije antes no lo sé.

Lo que sí sé es que lo inexplicable para algunos es explicable para otros a través de algo llamado conocimiento que viene dado mediante el estudio o mediante la experimentación empírica, entre otras muchas formas que el ser humano tiene para desarrollar su razón.

Hay muchísimos acontecimientos que podrían parecer realmente inexplicables, y que no son más que eso a ojos de la gente creyente y eso serán siempre, hasta que no se den cuenta de que la metafísica de la filosofía de la religión no es más que encontrar las preguntas cuyas respuestas estén en esa religión.

El miedo que tiene el ser humano mediocre, en el mejor de los casos e ignorante en todos los demás, es el fundamento y la base de todas las religiones. Da igual las ideas que se planteen, las tesis a seguir, los preceptos que acatar, todo eso les da igual a las jerarquías religiosas porque saben que tienen a su disposición a verdaderos ejércitos de acólitos que les seguirán por los siglos de los siglos. Lo bueno es que todas ellas maldicen las reglas de las religiones contrarias llamando herejes a los que no piensan igual que ellos y clamando a su dios que se haga justicia y los condene a todo tipo de sufrimientos; este es el ejemplo típico de la caridad cristiana, y me remito al cristianismo no porque me considere como tal ,aunque hiciera uso del bautismo debido a mi corta edad, por lo que ante tal coyuntura no pudiera responder escupiendo al que me tiraba agua encima. He de reconocer también que me valí del sacramento de la comunión, no teniendo ya la excusa de la edad, pero si la de la pasta y la de poseer un Casio de plástico; se puede decir que pasé el cepillo a mis familiares por una buena causa. Ellos hacen lo mismo diciendo que ese dinero va para la gente necesitada, y si yo lo hice fue también por una buena causa, la mejor de todas: yo; exactamente igual que ellos, cuya mejor causa y gente necesitada no son más que ellos, la curia, la jerarquía eclesiástica.

Quien lea esto que sólo piense. Fomentar el pensar es algo que todas las religiones han perseguido. Arderé en el averno, me lo merezco, sobre todo si es por no estar al lado de todas esas buenas personas en el cielo. En fin, allí nos vemos.

Una gran verdad en el final de La vida de Brian

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